En muchas ocasiones donde nos dejamos llevar por las emociones, es difícil encontrar respuestas a nuestros problemas. La densidad de nuestras emociones nos impide tener una claridad de ideas. Ya lo dijo Albert Einstein: «Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de conciencia del que se creó» .

En muchos momentos necesitamos tomar distancia, salir de esas emociones densas, respirar, y en definitiva tomarnos el tiempo que nos haga falta para darnos cuenta del engaño de nuestra mente.

Y es que ya lo dijo en su día Freud al darse cuenta con sus pacientes en la consulta que no avanzaban en su mejoría. A este deseo de no mejorar que sus pacientes tenían en su interior lo llamó «Resistencia», Concluye que el ego de cada paciente reacciona con «Resistencia» como consecuencia del miedo que ese mismo paciente tenía de perder esa identidad que había sido forjada durante toda una vida. Un peso que lo hacía estar marcado con ese enorme daño.

Freud entendía que no bastaba sólo con el entendimiento del problema a nivel intelectual y de las causas que originaron, sino que es necesario además descubrir dónde se encuentra la resistencia a su solución, que en la mayoría de los casos residían en el subconsciente.

Y para concluir, bajo otro enfoque menos clásico ¿No será que una situación, al evaluarla como problema, se convierte en «problema»? Por tanto, puede ser parte de un problema toda creencia previa que tengamos de él. De esta forma al hacer este planteamiento buscamos una solución en lo que creemos que ocurre y no en lo que en sí ocurre.